Un pibe humilde y con los pies sobre la tierra

La selección argentina de futsal cayó por 2 a 1 frente a Portugal en una final apasionante. Con el suspenso constante y el remate en el palo en el segundo final, los dirigidos por Matias Lucuix lo dejaron todo y volvieron a dejar al fútbol de sala nacional en lo más alto.
El mundial de futsal, que fue reprogramado por consecuencia de la pandemia, se disputó desde el 12 de septiembre al 4 de octubre en Lituania. Constantino “Kiki” Vaporaki y sus compañeros volvieron a mostrar solidez en el juego como en aquel mundial de Colombia 2016 donde se consagraron campeón. Pese al buen papel de la albiceleste, no pudieron contra la selección lusa, quienes son campeones por primera vez en su historia.

Por Yanina Núñez, en el Nº 13 de Fronteras

Constantino “Kiki” Vaporaki es un juga­dor de futsal por tiempo completo. Además de sus compromisos con el Club Boca Ju­niors, con la Selección, en su tiempo libre sigue apegado al futsal: da clases, dirige su propio centro de futsal con su hermano y se conecta con su segunda pasión, la música.

Después de un intenso entrenamiento den­tro del Polideportivo Benito Quinquela Martín frente a la Bombonera, Constantino o como sus más cercanos lo llaman “Kiki” Vaporaki me hace seña para dar inicio con la entre­vista. Mientras él se acomoda los auricula­res sentado sobre un cajón de madera, en una de las esquinas de la cancha con piso de parquet que tiene las instalaciones del Club Boca Juniors, sus compañeros elongan a pocos metros y se empiezan a montar las redes de vóley sobre la cancha de futsal.

Kiki Vaporaki es oriundo de Ushuaia, Tierra del Fuego. Comenzó con el futsal a los 4 años. Debido a las bajas temperaturas, en el sur es muy común practicar los deportes en lugares cerrados. “Empecé jugando futsal en Ushuaia, soy nacido y criado allá, hasta los 18 años estuve en mi ciudad”. Kiki termi­nó el colegio en Ushuaia y a los 18 decidió viajar a Buenos Aires en búsqueda de nue­vos desafíos. Para ese entonces su hermano Alamiro, que vivía en Buenos Aires y jugaba en el Club Boca Juniors, lo ayudó a ingresar. “Cuando llegué ya vine directamente a Boca, lo que no es fácil, y bueno ahí empecé mi camino en el futsal en Buenos Aires”.

En sus comienzos en el futsal de Ushuaia, Kiki empezó como arquero. Desde chico sa­bía que su posición no era el arco, recuerda que le pedía a su familia que estuvieran de­trás del arco para animarlo a quedarse ya que su tendencia era salir a jugar.
“Creo que la característica más buena que tengo es que estoy todo el tiempo apren­diendo, intento agregar nuevas técnicas a mi juego, creo que hago un juego bastan­te inteligente, si me quedaba con el chico que era en Ushuaia que sólo gambeteaba, me hubiese quedado en el camino; creo que esa capacidad de aprendizaje es lo que me define como jugador”, dice con una sonrisa en su rostro.

Kiki tiene además de Alamiro -el del medio- a Walter, el mayor de los hermanos. Pero con el que más compartió vivencias y tuvo más experiencia fue con Alamiro con quien tiene el “Centro de Futsal Vaporaki” desde 2017. Hoy cuentan con casi 100 alumnos entre hombres y mujeres: en el caso del fe­menino debutaron este año pandémico en la segunda división de la liga profesional de AFA (Asociación de Fútbol Argentino).
“Siempre fuimos muy unidos los tres, cuan­do hay que hablar cosas importantes las ha­blamos entre los tres y Walter me aconseja, me acompaña”. “Pero con el que viví más en el día a día fue con Alamiro que de hecho convivimos años y compartimos años de clu­bes, de Selección y lo vi en momentos bue­nos y malos. Siempre fue un ejemplo porque a veces cuando estás en las buenas o en las partes más lindas de tu carrera la gente sue­le confundirse, suele comportarse mal y él siempre me marcó un camino de respeto y de valorizar lo que conseguí”, comenta con su particular tono del sur de Argentina.

El futsal en Argentina, que tuvo su primera liga oficial en 1986, está en constante creci­miento. Pese a los avances, Kiki se muestra apenado por la situación que atraviesa hoy el país que no acompaña en el crecimiento de esta disciplina como en otras.
“Creo que veníamos creciendo, pero hoy los clubes, no solo en el futsal, en todos los deportes, veo que las instituciones están con problemas económicos”, pese a esto, se muestra positivo por los avances con­seguidos en el futsal. “Nuestro deporte en particular creo que sigue creciendo porque lo bueno que tenemos es que cada vez más chicos quieren practicar esta actividad, los clubes tienen cada vez más caudal de chicos que quieren ser jugadores de futsal y que se abren cada vez más ligas y los equipos grandes también se abren a fichar jugadores para otras ligas entonces en ese sentido creo que crece, nos falta las estructuras, nos falta salir al interior”.

Luego de consagrarse campeón del mundo con el seleccionado argentino, Kiki sien­te, donde va, el reconocimiento de la gen­te. “Antes no pasaba, nos veían con ropa de selección o de Boca que decía futsal y te preguntaban ¿qué es el futsal? después del mundial, sobre todo que se vio en te­levisión abierta para todo el país, ya decís futsal y ya saben de qué se trata, muchos saben que salimos campeones del mundo”. Después de esa consagración, la liga AFA de futsal comenzó a ser televisada por TNT Sports. “Ahora muchos chicos nos ven como ejemplos o como ídolos y quieren ser juga­dores de futsal. Como embajador de la disci­plina, Kiki se siente orgulloso de ser parte de esta transición y de ver que muchos chicos aprenden de este deporte. Además, cuen­ta cómo convive con la popularidad que el mundial de 2016 le dio. “Es un aprendizaje constante, es verdad que la gente nos re­conoce más, y tenés que hacerte responsa­ble de eso que generaste o que generamos, porque la gente y sobre todo los chicos nos ven, entonces cualquier cosa que hagas sos un espejo para ellos”.

De cara al próximo mundial de futsal a disputarse en Lituania 2021, la selección argentina que tuvo cambio de DT y en su plantel de jugadores, se prepara para defender, con igual intensidad, el título conseguido en Colombia 2016.
“El estilo del entrenador es similar, se sigue viendo un equipo que presiona arriba, que quiere ser protagonista, que quiere tener la pelota, que juega, que intenta”, y agrega “también estamos en transición de algunos jugadores que dejaron de jugar o que ya no están con edad para estar en el próximo mundial y se viene una camada de chicos muy buenos”.

Luego de ganarle a Barcelona en una semifi­nal soñada, Boca disputó la final del mundial de clubes de 2019 contra Magnus Futsal, el último campeón. “El partido más importante porque a pesar de que le habíamos ganado a Barcelona teníamos la final por delante y hubo que tratar de manejar un poco esa an­siedad. Era un partido que queríamos ganar, pero nos faltó, fuimos a penales y no lo pu­dimos conseguir, pero es un momento que quedará en la memoria de todos”, recuerda con gratitud.

Además del futsal, Kiki usa su tiempo libre para conectarse con su segunda pasión, la música. “Cuando era chico estudié música. Mi viejo me llevó, medio que me arrastró y fui a mi primera clase de piano y no quise faltar nunca más y estudié unos años”. Agrega: “des­pués dejé la parte de estudio, pero siempre seguí pegado a la guitarra y al piano y hoy es un hobby que me encanta y la verdad que le dedico tiempo en mi casa, con mis amigos y lo disfruto”.

Kiki es un pibe humilde y con los pies so­bre la tierra. Son sabidas sus habilidades en el futsal y hoy es uno de los jugadores más importantes de Argentina. Ha pasado por varios entrenadores y se ha nutrido de cada experiencia que tuvo en su vida. Le gustaría ser recordado “como un jugador apasionado, que superó sus límites, que vino de un lugar muy lejano con dificultades, que dejó mucho para cumplir sus sueños. Como un jugador que hizo su camino a base de esfuerzo, de entrenamiento, de aprendizaje y que tuvo la suerte de conseguir cosas importantes.”