La Universidad, el COVID19 y las MalvinaS

Por Mónica Rubalcaba, docente de la Universidad Nacional de Quilmes. Especial FronterasWebFoto de portada: UNQ

Primera foto, blanco y negro, década del ´40: la Fabril Financiera, fábrica textil, muestra a sus operarios trabajando sobre grandes bobinas de hilados.

Segunda foto, color, 2019: la Universidad Nacional de Quilmes cumple 30 años y exhibe con orgullo aulas multimediales –pupitres, computadora, cañón proyector-.

Tercera foto, color, 2020: las mismas aulas Sur de la Universidad Nacional de Quilmes vacías de bancos y pupitres, ocupadas por camas y colchones.

Patada al pecho.

Quienes formamos parte de la vida universitaria en la UNQ conocemos la historia que nos antecede: el año pasado, al cumplirse los 30 años de la creación de nuestra universidad, hicimos memoria de la fábrica textil que albergó a miles de trabajadores y operarios en este predio. Los hilos de la fábrica parecieron entonces volverse sutiles y prolongarse en el tiempo, enlazándonos en esta red de enseñanza y aprendizaje, de ciencia e investigación, de vinculación comunitaria que es hoy nuestra universidad. Fue buen momento para pensar qué enraizada está la universidad pública en la historia de su pueblo. Lo celebramos y nos sentimos felices y orgullosos de ello.

Pero… el coronavirus. La foto de este 2020 muestra lugares que usamos y transitamos habitualmente reconvertidos en lugar de cuidados médicos sanitarios. Por la cercanía afectiva de la imagen, sacude nuestra visión de la pandemia que afecta al mundo y nos replantea el rol de la Universidad Pública. «Sé que es una imagen fuerte ver que en donde había pupitres ahora hay camas, pero estamos convencidos de que era lo que teníamos que hacer ya que somos una universidad con un fuerte arraigo en su comunidad», dijo el rector Dr. Alejandro Villar.

En efecto, nos conmueve la postal de estos días. El llamado al “aislamiento social preventivo y obligatorio” permite sólo el contacto con la UNQ por videos o fotos que nos hacen llegar quienes están allí trabajando: se trata de adaptar las aulas para alojar a quienes hayan contraído el COVID-19 de forma leve y que tengan dificultades para mantenerse aislados en sus hogares. Y la realidad de hacinamiento en los barrios más pobres de Quilmes no es ajena a ello. Ya hay instaladas un centenar de camas. Alguien trae la imagen de “un hospital de campaña”, es decir, un hospital en zona de desastres o de guerra.

Hoy es 2 de abril. Día del Veterano y de los Caídos en la Guerra de las Malvinas. Por la cuarentena, no hay actos públicos para conmemorarlo. Sin embargo, el término “Malvinas” o más bien, “malvinización”, ronda los medios de comunicación en estos días. Con ello se mencionan ciertos usos figurados del lenguaje mediático o político para plantear las decisiones del gobierno respecto de cómo enfrentar la pandemia: lucha, odisea, guerra, combate, pelea, enfrentamiento, enemigo invisible. Es decir, una serie de metaforizaciones belicistas. Si el sentido negativo que se le dio décadas atrás al término “malvinización” aludía a una mirada militarista e intentaba describir una gesta que tocaba sentimientos nacionalistas para sacar provecho político de ello, tuvo su vuelta de página cuando comenzó a hablarse de re-malvinizar, es decir, recuperar una mirada reivindicante y no oprobiosa de los soldados que dieron la vida en la guerra. Y, además, reinstalar con firmeza la soberanía argentina en las islas.

En tiempos de pandemia mundial es importante no confundir conceptos. El Estado trabaja desde múltiples lugares para evitar el contagio del virus COVID-19 y el abordaje de los casos que necesitan tratamiento y hospitalización. Aquí la UNQ como Universidad Pública juega también un rol protagónico y colabora al abrir no sólo sus aulas sino sus laboratorios para el diagnóstico y acelerar los tiempos de tratamiento necesario para los infectados. No es una guerra: es un trabajo del Estado democrático frente a una catástrofe sanitaria mundial.

La guerra, la verdadera guerra, tuvo lugar en Malvinas hace hoy 38 años. En ella hubo más de seiscientos argentinos muertos en combate. Honrar su memoria, recordar las causas de la guerra y exigir la soberanía sobre las islas aún es el motivo de la conmemoración de este día.

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